LOS VERDES DE ASTURIAS CONTRA EL ECOLOGISMO ASTURIANO

Publicado en La Nueva España

El día 21 de noviembre pasado Joaquín Arce, que en las pasadas elecciones se presentaba por Asturias como líder del grupo políticos Los Verdes en coalición con Izquierda Unida, hacía una síntesis sobre el movimiento ecologista en Asturias en el cual desgranaba uno por uno los grupos u organizaciones existentes y sus meritorias actuaciones. En último lugar de la lista se refería al Fapas de la siguiente manera:
«El FAPAS es una organización nacional de origen asturiano que también ejecuta proyectos de campo, financiados sobre todo por empresas y administraciones públicas, algunos de ellos interesantes. En su página web dice ser una asociación, pero sus miles de socios son "colaboradores" que aportan fondos. No se relaciona con el movimiento ecologista asturiano ni participa en sus plataformas o movilizaciones. Mueve mucho dinero y hay una sociedad con el mismo nombre. Su apoyo público para pintar de verde proyectos como la línea Sama-Velilla y la venta de pisos de la urbanización de la Manjoya en Oviedo, promovidos de una empresa de la que recibe fondos (Redesa y Urazca) le ha granjeado la desconfianza o el rechazo de muchas asociaciones ecologistas y vecinales. Por el bien del movimiento ecologista asturiano, nos gustaría que no acabase como Anesvad e Intervida».
Si el lector leyese el texto integro de este artículo publicado en un diario de Gijón, se daría cuenta de que en realidad el artículo de Arce está escrito para echar sobre el Fapas toda la tierra posible a cambio de mencionar por comparación el encomiable trabajo del resto del ecologismo asturiano.
Es obvio que una formación que trata de asumir el protagonismo político de una tendencia social tan arraigada como es el ecologismo debe de sentirse preocupada de no poder ejercer el control total sobre esa parcela que le es básica para representarla, siendo la única manera de contrarrestar la capacidad de opinión que marca el Fapas ante la sociedad asturiana la de comenzar a dejar veladas sombras para manchar el nombre y el prestigio de esta asociación.
Vincular al FAPAS con empresas, como si el mundo empresarial fuera sucio, o terminar con un «? que no acabase como Anesvad o Intervida», organizaciones que han terminado con desfalcos millonarios, sólo puede tener su origen en la profunda crisis que en la ambición de estas agrupaciones políticas supone no controlar todo lo que se mueve en su entorno.
Sabemos que la capacidad de trabajo y el prestigio del Fapas va a ser atacada precisamente con la única posibilidad que tienen estos políticos de hacerlo, sembrando dudas sobre cómo se maneja el dinero y de quién le viene, como si fuera obtenido de manera sucia e indecorosa de acuerdo a los fines de una organización que trabaja en conservación de la naturaleza.
El pasado día 11, en la misma línea se acusa al FAPAS de falsedad al hacer mención a estos temas de financiación. Mucha preocupación y mucho daño debe de estar causando la capacidad de trabajo del Fapas y en especial su libertad e independencia para que alguien tenga que rebuscar cifras del pasado para echar en cara lo que se cuenta en presente.
En esta misma sección de «Cartas al director» Carlos Rodríguez nos acusa de falsedad y hábilmente argumenta sus criterios para que el lector tenga su propia opinión sobre esta organización y sus actividades. Como digo es hábil y profesional en las estrategias de hacer parecer como falsa la realidad. Sabe que pocos lectores van a comparar su carta con los reportajes escritos por Luis Mario Arce o Ángel Fidalgo en LA NUEVA ESPAÑA, en donde las respuestas a las preguntas se hacen en presente, no en pasado ni en futuro. Y obvia que, en una entrevista, lo escrito salvo que esté entrecomillado, no son las palabras exactas del entrevistado.
Si en la entrevista se responde «tenemos un presupuesto cercano a un millón de euros, y ni un solo euro procede de subvenciones de la Administración asturiana» se está hablando en presente, por tanto lógicamente se hace referencia al presupuesto que tenemos ahora, no al del año pasado o el año 2000, y en el que efectivamente no hay de momento ninguna aportación económica del Gobierno regional de Asturias, y aprovecho para decir que esperamos que la haya, pues esta asociación tiene derecho a recibir dinero de la Administración, al igual que cualquier otra entidad.
Y si se dice que «no tenemos ningún vínculo con las administraciones», es fácil entender en el contexto de la entrevista que se hace referencia a que el Fapas no pertenece a ninguna Administración, no tiene ninguna dependencia política ni está integrado de manera dependiente en ningún organismo oficial.
Lamentablemente, el control político del ecologismo es un plato muy apetitoso y es precisamente esta capacidad económica del Fapas y su total independencia lo que motiva y, seguro que lo hará más veces, que en los medios de comunicación se trate a través de escritos como los aquí referidos de ensuciar y poner en entredicho la honorabilidad de esta asociación.
Aprovecho para reflexionar que es precisamente la política la que ensucia la mayor parte de las veces a la naturaleza, la que la utiliza de manera perversa y miserable, la que la desprecia e impide que se la proteja, por mucho que se embadurnen de verde las intenciones.

Roberto Hartasánchez es presidente del Fapas
Oviedo

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